Angela Loij

Mujer Selknam

Hace once mil años los selknam eran los dueños de la Tierra del Fuego, o Karukinka. Aproximadamente 150 años atrás, había entre 3500 o 4000 selknam en toda la isla.

Angela nació a principios de Siglo XX, en la Estancia Sara, al norte de Río Grande. Cuando muchos de los selknam habían muerto en manos del hombre blanco, o por enfermedades que ellos les contagiaron, Su padre Loij trabajaba allí como peón, cercando campos.

Existe un acta, y tiene un número: el 340. La fecha es 1º de abril de 1907. Este documento, además, forma parte del primer Libro de Bautismos de la Misión Salesiana Nuestra señora de la Candelaria. El padre Juan Zennone dio fe del bautismo de Angelita: ona, de unos 4 años, hija de Pascual, nombre ‘cristiano’ de Loij y Antonia. El domicilio es en Estancia Sara. 
Dos de sus hermanas fallecieron ahí en la estancia. Su madre, otra hermana y dos hermanos varones fallecieron en la misión. De sus cuatro hermanas solo una se casó. Gracias a ella nació Ermelinda la sobrina nieta más querida de Ángela.

Estudió y trabajó en la Misión con las hermanas salesianas: emparchando, lavando y tejiendo ropa. Cuando Angela pasó a ser la última mujer que quedaba en la Misión, se mudó al pueblo.

De joven se había casado con un selknam conocido con el nombre de Nelson. Aunque ese nombre también era un apodo dado en Estancia Harberton por los Bridges. De esa unión, nacieron María Laura, Luisa y Víctor.

Hacia fines de la década 1930, Ángela y sus hijas buscaron amparo en la Misión, con las hermanas de María Auxiliadora, poniendo fin a una conflictiva relación con Nelson. Allí permaneció algo más de diez años. Su marido sucumbió en la cárcel de Rio Gallegos, donde cumplía condena. Una de las hijas falleció a los 16 años, los dos hijos fallecieron ya de adultos. Según el archivo del museo municipal sucumbieron, antes que ella, a causa de tuberculosis. Ninguno dejó descendientes.

Algunos años más tarde, Ángela volvió a hacer vida marital con un policía argentino; “Son cosas mundanas -decía- yo no puedo vivir sola”. Luego, aproximadamente en 1955 conoció al trabajador chileno José Isaías Ule -unos 20 años menor que ella- él sería su ultimo compañero.

Para el año 1965 Angela había dejado el campo donde vivió con su pareja (Lago Fagnano y Ea. Carmen) y estaba instalada en Rio Grande. Residía en calle Forgacs 1132. Ese mismo año, conoció a la Dra. Anne Chapman.

En octubre de 1969, José Isaías Ule falleció y el 17 de marzo de 1970, el juez de Paz José Cabezas legalizó la propiedad que este había construido transfiriéndola a nombre de su viuda de hecho, Angela Loij.

Angela no sabía leer o escribir en español. Considerada analfabeta, sin embargo, su gran apego a la vida hacía que comprendiera mucho: la política social y actitudes de la gente. Captaba enseguida el desprecio, el consentimiento, la ambivalencia, y cualquier postura de pensamiento. Apreciaba mucho la amistad de varias familias de su barrio, así como de otras personas por quienes sentía afecto y respeto. Era muy querida por los vecinos de Rio Grande. Le gustaba el trato espontaneo, como, por ejemplo, el de un vecino que siempre la saludaba con un ‘hola paisana”.

De adulta la invitaron a participar de un programa de televisión en la provincia de Buenos Aires, que se llamaba “La campana de cristal”. En ese viaje conoció el zoológico. Nunca perdió su lengua materna, que hablaba con fluidez. Algunos, la llamaban “Olinche”, que, en lengua Selknam, significa bonita. A ella, le encantaba pasear por el campo, mirar y señalar cerros, ríos, pájaros, con sus nombres selknam y hablar de familias que conoció en su juventud.

Recordaba con frecuencia los 10 años que vivió en la Misión Salesiana: “Yo siempre fui rebelde, siempre digo lo que pienso”, contaba. Una persona muy simple, una mujer muy comunicativa. De sus charlas se desprendía la sensación de que, en ella, nada era superficial. Cuando algo no le gustaba lo decía.

El 28 de mayo de 1974 Angela fue encontrada sin vida en su domicilio de calle Forgacs. La Dra. Nelly Iris Penazzo, diagnosticó un infarto de miocardio, producido en la madrugada de dicho día. Sobre dicha calle existe un cartel indicador colocado por la Municipalidad, que recuerda que en ese lugar vivió Angela Loij. Sus restos se yacen en el cementerio local.

Homenajes

Tuvo varios. Uno de ellos es el que le hace la escuela N° 20 el 2 de septiembre de 1987 cuando nombró “Ángela Loij” a la joven institución. El decreto provincial N° 2.650, dice en sus considerandos: “Producir arraigo por lo natural y propio de esta tierra, valorar las culturas primitivas que habitaron esta zona y considerando a Ángela Loij descendiente pura de etnia Selknam e hija de quien fuera dueño de las tierras donde se asentaba el edificio escolar…”.

Hoy, ese predio integra lo que se conoce como la urbanización de Chacra IV. La Ordenanza Municipal, es N.º 320/87, y establece el padrinazgo de la Escuela N.º 20. Fue sancionada el 18 de septiembre de 1987, apenas días después de ser elegido el nombre.

Una de las calles de nuestra ciudad lleva en nombre de Ángela Loij. (continuidad de la calle Moyano) Nombre que fue puesto por gestiones del intendente de facto Don Vicente Ferrer a fines del año 1977.

La Sala Principal de la Casa de La Cultura de Río Grande, también lleva el nombre Ángela Loij. Para el momento inaugural se realizó un encuentro de música popular patagónica organizado por Víctor Hugo Fernández, primer profesor de danzas folclóricas de la municipalidad. En esa velada, se agregaron a la de artistas locales, la presencia de Osvaldo Pugliesse y su orquesta.

El presente relato, está compuesto de información recopilada del artículo “La aculturación de Angela Loij a través de su imagen fotográfica”, en la revista chilena de antropología visual Edición 10. El autor es Carlos Baldasarre, Director del Museo de la ciudad de Rio Grande, Tierra del Fuego, Argentina.

Archivo del Museo Municipalidad Virginia Choquintel.