Dalila Luz Garín Lartigues
El desarraigo por un futuro mejor
Nació el 24 de noviembre de 1936 en Porvenir – Chile. Su infancia fue muy triste porque su mamá falleció cuando tenía aproximadamente 6 años, eran 7 hermanos y hermanas y quedaron a cargo de la crianza de su papá. La mayor parte de su infancia sucedió en Punta Arenas – Chile, donde creció en una familia muy humilde. Vivía en el barrio Yugoslavia, tenía amigos, gente del barrio. Iba a la escuela N 6, ahí terminó hasta 6to año (primaria). A los 13 años empezó a trabajar de empleada, limpiando casas; siempre fue una mujer trabajadora. En esa misma época y en el mismo barrio, conoció a Arturo, su difunto esposo, se casaron a los 19 años y tuvieron dos hijos varones, Fernando y Luis.
El 21 de diciembre de 1960 llegó a Río Grande, Tierra del Fuego, por primera vez en el Avión Austral (conocido como La Chancha), en ese momento no había aeropuerto, era todo campo: conoció el verdadero frío fueguino. Dalila venía de Punta Arenas, una ciudad ya conformada, y cuando llegó a este pequeño pueblo se imaginaba algo similar… recuerda muy bien ese día: ¨bajé del avión con zapatos de taco, un tapado blanco y acá ni siquiera se podía caminar del barro que había, era todo campo, no había casi nada formado aún, yo le decía a mi marido: quiero ir al centro, llévame a pasear; pensando que había alguna parte de la ciudad conformada pero no, directamente nos llevaron a mis hijos y a mí al Hotel Coihue, donde paraban los demás trabajadores que llegaban a la Isla¨.
Después de un tiempo, se mudaron a una pensión de unos evangélicos que recién habían conocido, vivieron ahí por un tiempo, hasta que les ofrecieron un trabajo en KHAMI (lo que ahora se conoce como Tolhuin), donde les prometieron casa y trabajo. El trabajo era en un aserradero y su marido trabajó ahí durante un período de tiempo aproximado entre 4 o 5 meses, mientras que con sus hijos se quedaban en la pensión. La promesa de la casa nunca se hizo realidad, entonces regresaron los cuatro a Río Grande, sin un destino fijo para vivir. Al tiempo, un conocido los dejó quedarse en una casa, hasta que luego, la Abuela Vera, muy amablemente les alquiló una pieza, que era parte de su casa. Es en este momento cuando consigue su primer trabajo de empleada en el local de venta de zapatos “El Tío”, y dada la buena relación, también pudo acceder a ser empleada en la vivienda de las personas encargadas del local. Con su trabajo, y el de su marido y la hospitalidad de las personas que fueron conociendo, todo empezó a marchar mejor… Se volvieron a mudar, se fueron a vivir a la casa de una amiga de Dalila, que les prestó un pedazo de terreno, donde empezaron a construir su primera casa con 3 habitaciones, en donde al mismo tiempo, con su cuñada Tato Gallardo (Ramona), se enteraron de que iban a sortear 2 terrenos y emprendieron la búsqueda de oportunidades.
Recuerda que en ese entonces el pueblo llegaba hasta donde ahora está la calle Perito Moreno, el resto era todo agua, por lo que prometían rellenar parte del río y empezar a dar terrenos, ya que la población crecía cada vez más. Finalmente, ¡tuvieron suerte y lo consiguieron! La casa que estaban armando en el terreno que nos habían prestado, la pudieron trasladar hasta el nuevo terreno que le dieron y así siguieron construyendo a mano y obra su vivienda, lugar donde reside en la actualidad.
En este relato tiene muy presente a su cuñada, con ella pusieron mucho esmero en conseguir que sus hogares quedaran lindos y cómodos.
Una vez acomodados en su nuevo hogar, consiguió trabajo en el Hotel Atlántida como mucama y en el mismo período de tiempo, dado a su buen desempeño, la recomendaron para trabajar en la Estancia María Behety, que era de la familia Menéndez. Aceptó este trabajo allá por el año 1970; se fue con sus dos hijos, fue un trabajo que le gustó hacer, sus hijos también lo disfrutaron, porque las condiciones de la estancia eran muy cómodas y bonitas, la gente y la gente de ahí fue muy amable, recuerda Dalila. Después de ese trabajo temporario, volvió a trabajar en la ciudad en el frigorífico CAP; era un trabajo más sacrificado porque tenía que ir todos los días en un camión a las 5 de la mañana a 35km de distancia de su hogar, y los traían de vuelta recién a las 18hs. El trabajo consistía en sellar a los corderos, era todo un proceso: antes de que entren al secadero, ella los tenía que sellar y proseguían a la cámara para posteriores trabajos.
En la última faena, entró a trabajar en la cocina del hospital en el año 1975, lugar donde trabajó durante 25 años.
Con este trabajo, su situación y la de su familia se compuso mucho más, entre tantas idas y vuelta, de trabajo en trabajo.
Su labor en el hospital la estabilizo económicamente. Dalila expresa: ¨tengo hermosos recuerdos, pero lo que más amé de este contexto laboral, fueron mis grandes amigas, personas que adoro y que siempre estuvieron presentes desde que las conocí¨.
Llegó a ser supervisora de cocina, recuerda que había mucho compañerismo de compañeros y jefes, fueron muy importantes para ella. Recuerda al Dr. Olmos, era una bella persona. Luego de tanto tiempo siendo una mujer trabajadora, en el año 2000 se jubiló.
Muy orgullosa de todo lo que logró con su propio esfuerzo y también gracias a las buenas personas que le dieron una mano cuando lo necesitó.
Cuando era chica, no se imaginó trabajando. Nunca se imaginó irse del país, era impensado hasta la idea de venir a Tierra del Fuego. La idea de su marido Arturo se hizo realidad, que, en Río Grande, la situación económica era mucho mejor.
Recuerda que al principio fue muy duro, las condiciones ambientales eran extremas, no se podía usar zapatos, usaban botas por la cantidad de barro que había, todo era pura zanja y la escasa luz con la que convivían también se tornaba un problema. No había agua, el único acceso que tenían era yendo a buscarla en una sola canilla que había para todo el barrio, entonces cada uno llevaba su tamborcito y lo recargaba diariamente. No había leña, ni tampoco gas, la leña la buscaban con su cuñada en una fábrica de parque, buscaban bolsas con leña chiquitas que les servían para prender fuego o sino buscaban palos en la playa que podían servir para calentarse un poco de tanto frio, comprar leña era muy costoso en ese momento y obviamente dada la situación no podían comprarlo. Fueron situaciones difíciles que tuvieron que atravesar, fue muy duro vivir en Río Grande en esos años, pero lo logró con mucha honra.
Se siente orgullosa de muchas cosas, por ejemplo, de armar su casa, que la hizo con mucho esfuerzo con su cuñada, recuerda que hasta se compartían hasta la pintura. Se siente orgullosa de haber podido jubilarse, de haber podido tener su propio auto, ese logro fue algo que anheló mucho. Orgullosa de poder crecer a mis hijos bien y poder darles estudio, que sean buenas personas y finalmente, haber construido su familia en esta ciudad. También tener sus nietas, bisnietos/as y estar viva. No fue fácil dejar a su familia en Chile, irse sin nada asegurado y dejando todo su pasado en otro país, por eso el haber podido conformar todo esto fue realmente vivenciado como algo muy gratificador. Esta orgullosa de todo lo que logró en Río Grande.
El único consejo que puede dar es algo que ella misma hizo, y es siempre estar agradecida a la Isla que en su caso le dio cosas que quizás en su país natal no hubiera podido conseguir, por ejemplo, su familia. Siempre hizo las cosas como realmente quiso hacerlas-expresa- siempre soñó que sus nietas logren trabajar, estudiar y que tengan su jubilación para que cuando sean viejitas puedan estar cómodas y agradecidas como lo está ella hoy. La mayor parte de su vida fue pobre, vivió en condiciones muy humildes, pero así todo jamás en su vida le faltó algo para poner en la mesa, de cualquier forma, buscó siempre algún trabajo para que, sea como sea poder sacar a su familia adelante. Sus hijos siempre tuvieron todo, por que como fuera buscó la forma de que su familia este entera y es algo que siempre les inculcó a sus 2 hijos: ¨ que no se separen y que sean compañeros entre ellos, la familia, en definitiva, es todo lo que tenemos¨.
¨Hay que trabajar, y no esperar cómodamente que te den las cosas, ni tampoco dejar que un marido te mantenga, una misma tiene que luchar por una y lograr tener sus cosas. Guardar, ahorrar y tener la plata ganada con esfuerzo. Porque no sabes ni cuanto te va a durar una pareja, ni cómo van a ser las circunstancias de la vida si simplemente dejas que los demás se encarguen de cosas que vos misma podés lograr¨; consejo que les da a las mujeres de Río Grande.
A Río Grande lo vio crecer. Recuerda que cuando llegó era muy fea y deprimente, era un pueblo con casi nada de cosas y ahora lo ve hermoso, y agradece haber visto todo el cambio.
¨ ¡Me dio todo lo que tengo y es por eso por lo que le deseo siempre lo mejor, todo lo más lindo que pueda tener, eso le deseo! Alguien cuando quiere algo es porque lo vio crecer, evolucionar, ese amor es único, entonces desde mi corazón estoy tan orgullosa de su crecimiento que le deseo lo mejor¨.