Guillermina Tenorio
Gran madre y abuela, con un corazón solidario
Guillermina nació en Río Grande el 8 de abril de 1957 en la calle 11 de julio casi Perito Moreno, donde hoy se encuentra el club San Martín. Hija de padres chilenos; en esa época eran todos hijos de padres chilenos, muy pocos venían de otras provincias argentinas. Su mamá Adelaida Guerrero y su papá Balbino Tenorio. Tiene 3 hermanos, Oscar; que vive en su corazón, ¨Maruja¨ María del Carmen y Luz Irene.
Su papá vino para trabajar en las estancias ya que había mucho trabajo en las estancias con respecto a la esquila de ovejas, vacunos, y su mamá vino de Chile a trabajar como empleada doméstica en una estancia, ya en Río Grande comenzó a trabajar en el Hotel Argentino. Cuando se independizó económicamente logró tener una pensión, llegando a tener 20 pensionistas. La pensión era completa: comida, alojamiento y lavado de ropa. Trabajo que llevo adelante sola sin empleados.
Allí creció Guillermina, tuvo una infancia muy feliz. Y a pesar de ser de clase media a baja (porque no tenían todas las comodidades) tampoco les faltaba nada y estaban conformes con lo que les daban sus padres.
Su mamá junto a sus 3 hermanas y todo el esfuerzo que eso significaba en aquellas épocas, logró que asistieran desde jardín de infantes al Instituto María Auxiliadora. Allí cursó hasta terminar sus estudios primarios. Con un grupo que hasta hoy son amigas, cumpliendo, en el año 2019; 50 años de egresadas. Como el Instituto no tenía educación secundaria, realizó sus estudios en el Colegio Don Bosco. Se había propuesto terminar el nivel secundario, ya que nadie de su familia lo había logrado, porque después de la primaria era muy fácil conseguir trabajo o casarse. Fue así como en año 1974 egresó del secundario.
Su infancia transcurrió sobre la calle 11 de julio, que por esos entonces era un pasaje. Con los amigos del barrio se juntaban en la esquina de Perito Moreno y 11 de julio todas las tardes. Jugaba a las bolitas, al trompo, a las escondidas. Recuerda que en época de carnavales eran pomos y baldes de agua; amigos eran Julito Saldivia, que se criaron juntos, Chilique, Aguilares, los chicos Ojeda; Hugo y Alfredo, los chicos Torres de apodo ¨chapalele¨, el ¨negro¨ Hidalgo, que eran una familia muy grande…. Recuerda que, en el hall de entrada de su casa, que se usaba como lavadero, la mamá cuando hacia tortafritas le decía: ¨Guillermina! Llamá a tus amigos que vengan a comer y a tomar chocolatada¨. Había chicos que vivían muy bien y otros bien; a ellos invitaba Guillermina a merendar a su casa. Amigas Hilda, Titi, Moni, Adriana y ¨nena¨ Aguilar.
Guillermina trae a su memoria la historia de un amigo muy querido que era como su hermano; Peladito Zubieta, con él se juntaba todos los días, a tal punto que, para hacer catequesis en esa época, Guillermina la tenía que realizar en el Instituto María Auxiliadora, pero ella la hizo por afuera para seguir a su amigo. Fue así como hizo catequesis con María Santana, jubilada ya del Banco Tierra del Fuego.
En esa época se realizaban las carreras de autos en las calles de la ciudad, pasaban por calle Perito Moreno llegando hasta donde está Prefectura Naval. Con su amigo pelado, tenían una casa adonde se subían al techo para ver las carreras. El era un chico privilegiado, recuerda Guillermina, nació muchos años después de su hermano mayor, y le daban todo, que para una ocasión le habían regalado unos prismáticos, que usaron para mirar una de las carreras, pero un domingo fue el último día que compartió con su amigo: al día siguiente, el lunes al mediodía cuando Guillermina volvía del primer turno del colegio; la mamá le dice; ¨hija anda a ver a tu amigo que se fue al cielo¨. Peladito tenia 12 años cuando limpiando un rifle que le habían regalado, cuando lo estaba limpiando, se disparó el gatillo. Lo recuerda a ese día como uno de los primeros dolores más grande que le tocó vivir.
Durante la adolescencia cambió el jugar afuera por practicar deportes, siempre agradecida al padre Bonuccelli que abría las puertas del gimnasio de par en par para que los jóvenes utilizaran el gimnasio, todas las tardes y los fines de semana. Organizaban campeonatos de fútbol, mami fútbol, básquet, vóley. Guillermina jugaba al básquet; llegando a formar parte de la selección de básquet. Gracias al padre Bonuccelli se convocó a todos los chicos que se habían ido a jugar otros clubes, a que formaran parte de los deportes del colegio, representando en todos los campeonatos al colegio Don Bosco. También tenían la organización del baile de la primavera para recaudar para la cena de egresados.
Como adolescentes salían a la confitería Roca, donde pasaban horas allí, quedándose hasta las 20hs!!! Y los fines de semana tenían su salida al boliche que se llamaba Barbarella. También estaban los bailes en los clubes por ejemplo en el Sportivo, empezaban el jueves y terminaban el domingo. Recuerda que en esa época las mujeres no tomaban bebidas alcohólicas.
Estaba de novia con ¨Cano¨ Andrade al terminar el secundario, pero igual se había propuesto irse ¨a estudiar al norte¨ la carrera de Castellano lo que hoy es Lenguaje. Pero su mamá le dijo que no podía darle ese tipo de estudio. Para Guillermina era como una hazaña ya que nunca había viajado o estado sola y menos en Buenos Aires; una ciudad tan grande, era otro mundo-expresa Guillermina.
Entonces comenzó a trabajar. En el año 1974 era fácil encontrar trabajo con el secundario solamente, muy distinto a como esta todo hoy. Su primer trabajo fue de administrativa en el negocio de su hermano. En marzo de 1975 quedó embarazada y decidieron casarse ese mismo año en el mes de junio. En esa época, o no se hacía cargo el padre, o no se casaba- dice entre risas Guille; y pensaba, que iba a hacer con tan solo 18 años y ya ser madre, pero jamás dudó de tener a su primer hijo, ya que era una vida dentro de ella. Con su novio o sin él. Cano, su novio la acompañó en todo y finalmente se casaron.
Después de tener a su primer hijo, volvió a trabajar en la oficina, pero cuando tuvo su segundo hijo, su esposo le pidió que se quedara para criar a sus hijos con ella en casa. Hoy Guillermina sostiene que fue la mejor decisión por que estuvo al lado de sus hijos toda la vida. Mira hacia atrás y piensa como logró tanto, y aunque pasaron momentos económicos difíciles, no volvió a trabajar, pero si la siguieron luchando juntos. Hoy transmite el mismo amor a sus hijos y a sus nietos.
Su primer hogar como familia fue donde hoy se encuentra el Banco Santander, allí vivieron los primeros meses, ya que allí nació Cano, donde también nació su primer hijo Cesar Gustavo ¨Pucho¨ Andrade Tenorio.
Como Cano, su esposo, trabajaba en Y.P.F. fue a hablar con el señor Faletti y su esposa Irma, para anotarse para tener la casa propia. Fue así como después de un año tuvieron su casa en el Barrio Mutual, donde hoy residen hace 48 años. Con el tiempo vinieron sus hijos Claudia Gabriela, Mario Guillermo y Julio Cesar.
Sobre el matrimonio dice que no es siempre una felicidad completa, uno pasa por todos los estados, peleas, separaciones, pero si hay amor todo se puede, reflexiona Guillermina; que dice que se casó con el hombre que ella amaba y de quien sigue enamorada. Todo hace a que el matrimonio se afiance.
Con respecto a la política, ámbito al que, si perteneció su esposo, en el partido Movimiento Popular Fueguino; y sin interés de hacer política, empezó a llamar mujeres para armar un ropero comunitario, para juntar leche, trabajando siempre desde un lugar más social y solidario. En alguna oportunidad, en el gimnasio Don Bosco, organizó con las mujeres del Movimiento Popular Fueguino un té con sorpresas, sorteos. Organizaba festejos por el día de la madre, día del amigo; para el día del niño conseguía bicicletas etc. Le encantaba esa parte de ella, la social y solidaria y la de hacer feliz a la gente.
Se siente muy orgullosa de su vida, por que siente que desde que nació tiene siempre para todo mucha fuerza. Atravesó un cáncer hace 12 años y jamás, a pesar de su diagnóstico, pensó en la muerte. Con la noticia sus hijos se pusieron muy tristes, por que cáncer es para algunos sinónimos de muerte; pero ella, sacó fuerzas para siempre mirar hacia adelante: ¨Que tener cáncer es salir a la calle sin vergüenza, diciéndole a la gente tengo cáncer: y si no me ven más es porque me fui; y si me ven es por que con fuerzas pude salir¨. Orgullosa de su fuerza, de Dios y de los médicos.
También esta orgullosa de tantos chicos fueguinos que han podido estudiar en una universidad y se han podido recibir: sus hijos, amigos de sus hijos, los hijos de sus amigos, que gracias al esfuerzo y sacrificio de la familia hoy son grandes profesionales.
Si volviera el tiempo atrás y se cruzara con Guillermina, pero con 18 años le diría lo que les dice hoy a sus nietas: cuídense, háganse respetar, que sepan divertirse sanamente. Admira la juventud de hoy que conversa de manera abierta y sincera.
A las mujeres de Río Grande les dice que sigan luchando por sus sueños, sigan abriendo camino y luchando por lo que quieren, que levanten la voz siempre y con respeto, que pidan también con respeto, porque el respeto es la base del triunfo, a que se abran las puertas y a que te valoren. Las mujeres no deben tener miedo ni a golpear una puerta.
Agradecida de como fue creciendo la ciudad, a través del deporte, también creció la vigilia. Hay gimnasios, hay escuelas para elegir, agradece a la ciudad la cantidad de universidades que hay y que le dan la oportunidad a nuestros jóvenes para que se queden aquí a estudiar.
Guillermina ama a su ciudad, Río Grande; le encanta caminar por sus calles, ver como crece y progresa, le desea lo mejor, que la gente tenga confianza que todo va a estar mejor. Dice que hay que estar siempre unidos para pensar en proyectos que nos beneficien a todos, porque vivimos en una provincia donde hay mucha riqueza.
Guillermina se define como una mujer normal, humilde, de bajo perfil, con muchos sentimientos hacia el prójimo, que se alegra cuando alguien triunfa y se entristece cuando alguien sufre, una mujer sincera, una mujer que da todo de si, mujer simple, que se conforma con muy poco, y así es muy feliz.