Haydee de Lourdes

Elegir quedarse a pesar de todo

Haydee llegó a Rio Grande junto a su mamá cuando era muy pequeña, cursando el jardín y parte de la escuela primaria de pupila en el Instituto María Auxiliadora. Con nostalgia recuerda cuando la mama la llevó al colegio con las medias can-can azules y el colchón, como uno de los requisitos para internarla como pupila; entre risas cuenta que ¨la tenían a los cachetazos¨ porque era terrible; le ponía cosas en las camas de las monjas, les ponía las sábanas cortas a las camas para que cuando se acostaran les quedaran los pies afuera. A los 11 años vuelve a Chile para continuar con sus estudios escolares.

Llegó a Río Grande en el año 1977, cuando tenía 17 años. Acá vivía su mamá. Haydee llegó sola de Valparaíso, Chile. En Chile vivió en un internado; ya que la pareja del padre no la aceptaba; entonces cuando tuvo la edad para dejar el internado, vino a Río Grande a vivir con su madre.

Su mamá, Carmen Guerrero, vino cuando se pasaba la frontera sin ningún tipo de trámite; muchas cosas se traían de Chile, por ejemplo, de Punta Arenas. Su mamá hizo patria, era empleada doméstica, y trabajó en un restaurante durante muchos años, muy conocido por esa época que se llamaba ¨El Porteñito¨, los dueños también eran chilenos.

Cuando llegó con sus 17 años empezó a trabajar junto a su mamá en el restaurante; la mamá limpiando y encerando los pisos y ella lavando la losa, recuerda que le quedaban todas las manos con escamas por que no estaba acostumbrada a lavar tanta cantidad de platos. Allí trabajó saliendo de su jornada laboral a las 12 de la noche. Iba y venía de limpiar a la casa de la mamá, dejando las puertas abiertas y sin llave. En esa época vivía sobre la calle Laserre (ahora peluquería Styllo). Después empezó a limpiar y trabajar de niñera en las casas del barrio de Marina, por ese entonces era lo único que había, recuerda. Haydee era extranjera, y no tenía documentación; cada 3 meses se tenía que presentar en las oficinas de migraciones por que se le vencía su tarjeta. Siempre la ayudó su hermano, que era argentino, para que no la echaran, por que existía el conflicto con Chile y corría el riesgo que la deportaran; su mamá también se imponía para que eso no sucediera, dice que era ¨muy sargentona¨. También la ayudaron un matrimonio de apellido Machado, y las mismas familias en donde ella trabajaba ya que eran familias de Marina; de una manera u otra logró quedarse en este suelo. Por muchos años trabajó en casas particulares. Y cuando Río Grande fue creciendo logró ingresar a una fábrica de sábanas.

Llega al barrio Margen Sur, cuando se presentó la oportunidad, la gente iba y se instalaba, ella vivía con su esposo en una casilla en el pasaje Villegas. Se enteraron de que había una señora que se llamaba Carmen que era la encargada por esos años de darte el terreno: te comunicabas con ella o te acercabas hasta la casa y te daba el terreno; te decía: ¨bueno elegí el lote, ponele una cruz con tu nombre y ya es tuyo¨. Así se inició el barrio en el año 1990. Haydee puso una estaca y así fue construyendo, como no había taxiflet, no había forma de traer las cosas, utilizaban un colectivo viejo que había que empujarlo para que arrancara, allí traía los materiales desde el pueblo. Las cosas no las podían dejar por que se las robaban, y así empezaron.

Ya en el barrio Austral estaban varias familias. Desde la Margen sur el Barrio Austral quedaba más abajo- explica Haydee- y en el barrio CAP estaban las casas antiguas del barrio y alrededor de unas 10 familias.

A ellos una familia chilena que se fue a vivir al pueblo les vendió la casilla hecha de tarima con tacho a leña piso con alfombra, fue muy feliz; y allí en ese terreno, es donde hoy vive Haydee junto a su esposo.

El barrio Austral ya tenía la instalación de gas y todas las comodidades; el barrio de la margen todavía no. Haydee junto a más vecinos tuvieron que luchar mucho para lograr tener el gas.

Recuerda que la familia Torres (que estaban en la margen antes que Haydee y su esposo llegaran) tenían parientes en el barrio Austral y hasta allá se iban para lavar la ropa. Haydee y su esposo al estar solos la pasaron bastante mal. No tenían nada, afuera tenían un tambor con agua que le cargaba el camión de la Municipalidad. No tenían cloacas, todos tenían pozo ciego. Recuerda que cuando su esposo salía a trabajar muy temprano, ella recibía al camión que le entregaba los tubos de gas y recuerda recibirlo con los pelos duros de la escarcha. Se calefaccionaban a leña y con el tubo de gas cocinaban. La pasaban muy mal, mucho frío. Así fueron viniendo más familias, otras no aguantaron el frio y se fueron. Ellos decidieron quedarse. Para lograr el gas tuvieron que luchar como vecinos. ¡En una oportunidad hasta cortaron el puente! Lograron el gas, pero después de sufrir muchísimo el frío y de pelearlo con los vecinos.

La mayoría de los vecinos eran chilenos, después fueron llegando las familias del norte del país. Los chilenos venían y se quedaban, a los argentinos les costaba quedarse, y elegían irse. Todo cambio cuando se instalaron las fábricas ahí empezó a llegar mucha más gente.

Uno se acostumbra a vivir así, era como vivir en el campo en primavera y verano era hermoso, todo verde, en invierno era feo porque no se podía ingresar por el estado de las calles.

Junto a su esposo Roberto y unos vecinos hicieron una junta vecinal. Se reunían en un galpón de un vecino de apellido Seminare. El señor Seminare un vecino muy bueno que daba luz a los vecinos que no tenían. Allí Haydee junto a otros vecinos (recuerda a una señora de apellido Agüero) realizaban actividades para los niños del barrio. Para el día del niño les preparaban regalos, hacían chocolatada; trabajando siempre desde lo social. Haydee menciona al señor Juan Vals como un colaborador del barrio, junto al señor Cárcamo que en una combi de Vals repartía agua y tubos a los vecinos.

Recuerda que en una oportunidad mucha gente se fue del barrio porque había un grupo de incendiarios; iban prendiendo fuego las casas, sin importar si había gente adentro o no.

Las familias que eligieron vivir en el barrio ¨de la Margen¨ son familias que sabían que la tenían que luchar y que no era para cualquiera, ya que tenían que soportar las inclemencias del clima, sin gas; pasando la noche a leña y sin agua corriente.

Cuando llegaron las empresas petroleras y las fábricas el barrio creció de golpe, si no hubiera sido así, el barrio seguiría siendo como en sus inicios.

Haydee junto a su esposo tenían una casita bastante acogedora -cuenta Haydee- con paredes forradas, tacho de leña para calefaccionarse, y aun así por las noches dormía con el térmico de su esposo para soportar el frío. La realidad también era que sabía que había mujeres jóvenes con hijos pequeños viviendo en la miseria, desconociendo como harían para sobrevivir a las noches heladas, con sus casas que se caían a pedazos.

Vivir bajo estas circunstancias fue todo un aprendizaje para Haydee y su esposo como para todas las familias que decidieron quedarse en un barrio que estaba conformándose, también para valorar la importancia de tener luz, gas, agua… porque no había subsidio, había que ir a pelear para que te entregaran un tubo. A los tubos una vez que pasaba el camión; lo llevaban rodando desde la capilla, pateándolo porque no había calles, había guadales.

Como anécdotas de pertenecer al barrio recuerda el comentario de la gente del pueblo cuando le sentía olor a humo: ¨ah! ¿Vos sos de la margen sur? ¨porque cuando estaba el basural en la margen, en más de una ocasión algún chistoso lo prendía fuego, además recuerda las cosas que tiraban al basural del negocio Atlántico Sur, perfumes, maquillajes marca Pupa etc.…

Se siente orgullosa de ser vecina del barrio Margen Sur, por que pasó mil y unas, dice Haydee. Y más allá de todas las cuestiones de salud decidió quedarse.