Herminia Vera Illioyen
Naa Yokusken, Mujer primavera en lengua selknam
La historia de Herminia está contada por su hija, Margarita Maldonado, quien transcribió las vivencias de su madre. Este relato esta copiado textualmente del libro ¨Entre dos Mundos¨ tercera edición, escrito por Margarita Maldonado.
Mi madre, como obra en los registros, nació el 27 de octubre del año 1922 en un puesto de la estancia Viamonte, tras fallecer mi abuela cuando ella tenía tan solo al año y cuarenta días, su vida cambió drásticamente- de habida cuenta que las circunstancias obligaron a mi abuelo Antonio Vera Mayorga, que era en esos tiempos campanista y amansador de caballos en dicho establecimiento rural dejo a mi madre, Herminia al cuidado de su tío Santiago Rupatini y familia, ya que el abuelo debía trabajar para mantenerla a ella y sus dos hermanos mayores. Pasaron entre cinco y seis años hasta que trasladan a su papá hasta el puesto Entre Ríos.
Para llegar a ese lugar tuvieron un viaje largo, que hicieron en una carreta tirada con dos bueyes, en la cual mamá viajó sentada sobre todas las pertenencias que trasladaban. Solía contar que se sentía muy, muy feliz. Aún hoy recuerdo que cuando ella relataba esta experiencia de su vida acotaba riendo intensamente: fue mi primer vehículo". Al llegar al puesto, fue recibida por una mujer Selknam nam se llamaba Matilde, quien no le hizo pasar buenos años, ya que la maltrataba mucho, aunque, pese a estas circunstancias su mayor recuerdo de ella fue el obsequio de una muñeca que en una oportunidad le hizo Matilde. Cuando mamá contaba esta anécdota solía comentarnos que esta situación ocurrió en una oportunidad en que estaba intentando hacerse ella misma la muñeca ante lo cual Matilde se le acercó, la ayudo y le enseñó las técnicas y procedimientos para que el pequeño juguete quedara bien y cumpliera su objetivo. Allí estuvo como hasta los siete u ocho años.
De su experiencia en este paraje rural, solía comentar que cuando venía gente a visitarla, a ella la envían afuera y cerraban la puerta, también imitaba andar a caballo con un palo remarcando casi de manera monótona, cada vez que traía a su memoria estos recuerdos "yo andaba todo el día afuera solito, sin tener con quien conversar
Agregaba que cuando la visitaba Rupatini, con sus hijas, ellas hablaban tan bien -quizás ya iban a la escuela- yo hablaba solo el Ona, como no me relacionaba con otras personas creo que le decían cristianos. Mi Vestimenta eran vestidos largos, anduve de mano en mano. por eso siempre voy a decir que, al llegar a las monjitas, fue un cambio de vida, tenía 10 años para entonces.
También estuve en Punta Arenas, Chile, allí tenía que ir a la escuela, hice la primera comunión y confirmación, pero ya eran vacaciones, desafortunada- mente el matrimonio que me recibió, me maltrataba y hacia trabajar permanentemente en quehaceres pesados, solicité ayuda haciendo llegar una carta a mi padre, para que me buscara, y así fue. Volví y allí en mi tierra comencé una vida totalmente distinta, conocí el cariño y el buen trato. Nuestro viaje de regreso fue en un barco llamado "El Austral". Conocí a mis hermanos mayores que por primera vez los veía también estaban en la Misión Salesiana, mi padre no nos podía cuidar así que debía trabajar para poder pagar nuestra estadía y educación en este establecimiento.
En la Misión compartí varios años con Angela Loig, y sus hijas, Laura y Luisa Nelson, Paula, Anita, Elvira Oray, todas estas familias de Kiepja, Rafaela Ishton (hermana de Teresa Ishton, madre de Amalia Gudiño, Carlos y Aldo Arosteguichar), María Nigro (familia de los hermanos Mabel y Rubén Martínez, Pilar Nuñez (hija de madre Selknam), las hijas de Santiago Rupatini: Ernesta y Aida, y muchas más, que se encuentran en la colección de fotografías que les fueron sacando durante su estadía allí. Documentos que llegaron a sus manos en el año 2003, después de tener la grata sorpresa de visitar el museo Maggiorino Borgatello, en Punta Arenas, tras haber detectado una foto donde estaba mi madre. Cuando fuimos a visitar el Museo nos recibe su director, el padre Cirilo Salvatore, quien le muestra otras fotos con personas que aún no habían identificado, para sorpresa de todos y sobre como un acontecimiento de relevancia para la historia mi madre recordaba en excelsa claridad cada momento en los que fue fotografiada y con toda la amabilidad comenzó a identificar y nombrar a cada una de las monjitas y alumnas de las fotos.
Cuando ocurre este contacto, mamá tenía la edad de 80 años, afortunadamente su mente se encontraba muy activa y lúcida resultando de este encuentro la identificación de treinta y cinco personas de las fotos.
La situación alegro por demás al director del museo quien le solicito a mi madre realizara una entrevista grabada para los archivos históricos de esta institución. Regresamos y el regreso cargado de emotividad, pues despertaron en su memoria cientos de recuerdos.
Entre los relatos de sus vivencias recuerda cuando con Angela Loig, salían a recolectar huevos en las pampas de la misión, repartidas en varios grupos, aprendió que podían recolectar los huevos solo de los nidos que contenían tres huevos y que con más no se tocaban. Recordando, además, los momentos de recolección de Mutilla, las idas al rio a sacar los peces, (que Angela los sacaba con las manos) la gran maestra idónea en el tema era Ángela.
Así paso el tiempo y al cumplir los 20 años, las autoridades de la Misión le dijeron que ya no podía estar más allí y vuele a recordar "me cuidaron bien, me en- señaron de todo", remarcando "me enseñaron sin pegarme, ni maltratarme, jamás me negaron un plato de comida". Tuve castigos, tal vez los propios de la época, "cuando me portaba mal, me ponían mirando hacia la pared" solía decir riendo.
Cuando abandonó la Misión, lloró por varios días "extrañaba a las monjas y a las chicas, lloraba a escondida para que papá no me vea", solía repetir.
Herminia, mi madre, expresaba un profundo e intenso agradecimiento hacia las personas que la acompañaron en esta etapa de su vida, además, fue allí en la Misión donde conoció a quien años después sería su marido, tras reencontrarse cuándo dejo la institución y con quien formó una familia tras casarse en el año 40.
Herminia-mamá- dejo una descendencia dando a luz a 10 hijos: Luisa Etel- vina -la mayor-, María Eulalia, Gloria Matilde, Manuel Antonio, Rubén Darío, José Alejandro, Víctor Manuel, Margarita Angélica, Estela Maris y Rosa Maldonado,
Por sus propios relatos, supimos que dos de sus hijas nacieron en su hogar de calle Bilbao, ella solía decir "era una casa vieja que en ese tiempo estaba linda, era como un hospital, es lo que recuerdo", agregando "otra de mis hijas nació en Puerto Montt - Chile, yo viaje embarazada en esa ocasión". Los siete hijos restantes nacieron en el Batallón de infantería de marina (BIM N.º 5).
...y, vuelve a recordar, a mí me cuido Matilde, ella hablaba el Ona única mente, después aprendí muchas más cosas y de otras personas que no eran salíamos a juntar marisco, con Angela, huevos...Mamá nos contaba que a Kiepja la conoció por la mujer Selknam que la cuidaba Matilde, y dice que venía lola a visitarla llegaba en un caballo blanco, y la curaba, le caminaba por la espalda y cantaba el yoyoyoyoyoyoyoyo, todo esto en el puesto Entre Ríos, en otra oportunidad viajamos a caballo con Matilde a Laguna Taps, ahí, volví a ver a Lola Kiepja estaba con un pariente de mi mamá (le decían el indio Yak), o sea, mi tío. Y mi padre lo reforzó, si era mi tío, hermano de mi abuela Alkan indígenas,
Entre los recuerdos construidos por relatos y los vivenciados, tengo presente con relación a mi madre cuando nos llevaba a recolectar huevos de avutarda con Angela Loig, parecía lejos, pero no lo era, simplemente ahí donde está la laguna de los patos, detrás del edificio de la Universidad Tecnológica Nacional - UTN.
En aquel momento era todo pampa, y todo eso recorríamos entre juegos y vivencias, aprendimos de y a la vez disfrutamos muchísimo, recuerdo que al regresar pasábamos a casa de Angela y nos preparaba la famosa cocoa ¡que rico! Allí, además le dábamos de comer a sus gallinas y pollitos era tan, tan divertido decir pipipipipipi (así las invitamos a alimentarse). Mamá solía mencionar con mucha felicidad "todo les enseñe a mis hijas, íbamos al mar cuando bajaba la marea y recolectábamos mariscos. También al campo a buscar hongos, como los Ter (pan de indio), Eusan, Pootan, Sepen, Alpenten en lengua Selknam) todo era para a alimentarnos. Ángela también cuidaba a mis hijas para que yo pudiera trabajar, después se fue a vivir al campo con su marido y cuando venía al pueblo se quedaba a dormir en mi casa.
Esos recuerdos puedo reforzarlos pues tengo presente que Ángela solía llegar a casa y nos traía unos caramelos muy grandes y ricos, los Cremalín. Apenas entraban en nuestra boca y nos sentaba en sus rodillas unas de cada lado y nuestras piernas quedaban colgadas, ella era una dama muy, muy grande. También recuerdo que nos juntábamos con Ángela en el Colegio María Auxiliadora para ir a recolectar el ruibarbo, que después nos poníamos a limpiar para hacer dulce.
También mi madre trabajó en el Frigorífico, tiempo de faenas, solía viajar en la madrugada junto a las otras trabajadoras en un camión, que tenía atrás dos bancos donde las mayores iban sentadas y las más jóvenes paradas, yo y Estela tuvimos el privilegio de acompañarla y ayudarla, era lindo para nosotras que comíamos el famoso poriche (Quaker con leche) pan de estancia (un pan que se hacía en las latas cuadradas de aceite) mantequilla que venía en unas latas de color amarillo y rojo, de muy buen sabor, riquísima, eso sí a la hora de trabajar ahí, sí que hacía frio.
El lugar no tenía ventanas, estaba todo abierto y además tenía que lavar las achuras con agua fría. El camión era de un señor muy conocido en nuestra ciudad Don Mejoral, ella trabajó varias temporadas, y como anécdota recordaba que una vez se quedó dormida y tuvo que cruzar en el bote.
Otro de los trabajos de mi madre fue siendo nosotras muy pequeñas, el de lavar los overoles a las empresas petroleras, cargados de petróleo, agua y barro. Solíamos ir con Estela mi hermana a buscar agua a la esquina a dos cuadras de casa, en la calle Carlos Moyano, ella ponía a hervir el agua y se la volcaba a estas prendas que refregaba con un cepillo, todo a la intemperie en plenos inviernos, parada sobre la escarcha o nieve. Eso sí, al día siguiente estaban sobre la mesa planchados como si fuera de negocio. Este menester lo hacía con una plancha de fierro que se calentaba sobre las estufas
No me acuerdo registros de ver a mi madre dormir, ella era siempre, la última en acostarse regalándonos esos minutos para darnos un beso, cantarnos una canción o leernos algo antes de dormir, y siempre la primera en levantarse. Otro de sus trabajos fue en la Radio Nacional (LRA-24), de maestranza, en la biblioteca pública Eduardo Schmidt hijo, lugares a los cuales en más de una ocasión nosotras la acompañamos e hicimos el papel de ayudantes, oportunidad que aprovechaba para tenernos más tiempo a su lado.
Estos pasos a su lado nos fueron dejando una valiosa enseñanza grabada a fuego "la vida debemos vivirla dignamente y trabajando".
Mamá, Herminia Vera Alkan fue un pilar fundamental en la construcción de nuestra identidad. No me acuerdo..., me olvide..., capaz, nomas..., muchas veces eran sus respuestas al preguntarle sobre su vida... Con el aporte de nuestro trabajo, ella pudo conocer, reconocer y encontrarse en profundidad con esos actores de sangre nativa, aquellos que nos había precedido, pero sobre todo fue el puntal para que su memoria refrescara y rescatara las huellas que creía haber perdido.
Así volvió la lengua materna... sin la fonética, claro, pero así construimos y reconstruimos nuestro arte, y lentamente a solidificar esos cimientos donde se asienta una hermosa y rica historia de más de 12 mil años... Así yikowa Selknam (nosotros los Selknam nam) salimos a lioren (luz).
Recibió varias distinciones:
El 7 de julio del año 1998 Herminia fue declarada Ciudadana Ilustre de la ciudad de Río Grande, a través del intendente de la ciudad Jorge Colazo. Tal distinción se llevó a cabo en la Casa de la Cultura.
La cámara de diputados de la nación, a través de la diputada Amalia Gudiño, la reconoció como Mujer destacada del año por la provincia de Tierra del Fuego.
El 10 de marzo del año 2010 la que por entonces fuera gobernadora de la provincia de Tierra del Fuego, Fabiana Ríos, homenajeó a Herminia Vera, entre otras mujeres fueguinas; a través de la Secretaría de Derechos Humanos, en el marco del Bicentenario de nuestro país, el día de la Memoria Verdad y Justicia y el día Internacional de la Mujer.
Vecinos del Barrio de Andorra, de la ciudad de Ushuaia, el 9 de septiembre del 2014, plantearon la necesidad de poner nombre a dos calles, presentando la intención de nombrar a una de ellas con el nombre de “Herminia Vera”. El cual fue probado a través de una ordenanza aprobada por el Concejo Deliberante de la ciudad de Ushuaia.
A través de la ordenanza municipal N 4207/2001 del Concejo Deliberante de la ciudad de Río Grande, se le designa a la calle con el nombre de Herminia Vera. Aprobada en la sesión ordinaria del 27 de abril de 2021