Luisa Graciela Gosgaya
Artista de la música, canto y teatro

Apegada a la lectura, de carácter obediente y sumisa. De niña escribía y su sueño siempre fue cantar.
Nació en la localidad de Villa Angela, en la provincia de Chaco. Hija de un inmigrante español, Alberto Cosgaya, que por errores (comunes en aquellas épocas) fue inscripta como Graciela Gosgaya, cambiando la C original por la G. Su madre hija de un andaluz y una uruguaya.
Su infancia transcurrió en el campo y en la ciudad; con una madre que le inculcó la lectura. Graciela aprendió a hablar cantando, siguiendo y escuchando a su padre quien fue su referente artístico, ya que su padre cantaba tangos de Carlos Gardel.
En la ciudad, junto a su tía, hermana de la madre, vivía cosas de la ciudad. Su tía estaba casada con un italiano, que, al venir de Italia, trajeron una máquina de imprenta. El poder adquisitivo era otro; Graciela vivía dos realidades, su tía tenía un piano de cola y Graciela moría por tocarlo, ¡era su locura! Graciela soñaba con ser pianista. Pero en el campo no tenían luz eléctrica, si lámparas de querosene o ¨petromax¨; las noches eran para leer, y en una mesa grande de algarrobo se reunían su madre y su hermana a leer ¨el libro de turno¨, -la lectura era la costumbre obligada, deseada y amada por nosotros- comenta Graciela. Las mil y una noche, la escucharon por primera vez, de la voz de su madre, luego la leyeron cuando aprendieron a leer. Tenían una quinta y cosechaban; y como en el campo no tenía acceso a un piano se dibujó en un banco de madera las teclas de un piano y se sentaba y gesticulaba con las manos como si tocara el piano y las melodías las cantaba con su voz. Graciela vivió esos dos mundos.
Su primera maestra, fue su madre, demandada por la gran curiosidad y ganas de aprender de Graciela, que, con la ayuda de la imprenta de su familia en la ciudad, le facilitó a Graciela, sus primeros cuadernos y libros de lectura. Una anécdota con Morenga, era el nombre de su cabra, su mascota preferida, siempre estaba con Graciela y la seguía a todas partes, hasta en sus horas de lectura; fue así como se masticó las primeras hojas de su libro de lectura ¨Arrullos¨. Como su madre vio que Graciela devoraba los libros, empezó a enseñarle matemática; sumar, multiplicar; le enseñó las tablas. Graciela ingresa a la escuela N°140; fascinada con su maestra que se parecía a Evita por su peinado estirado y con un rodete de trenzas, su nombre era Edith. Estuvo poco tiempo con la maestra Edith ya que a Graciela la promovieron al grado siguiente. Y su gran avance en la lectura la alejó para siempre de su gran maestra. Paso de 1er grado a 3ero, e inmediatamente la cambian de escuela. Ya en la secundaria encontró dificultad en el área de matemática y se destacó en el área de lengua y literatura y en los actos escolares, Graciela siempre fue la artista de su colegio. Con una memoria envidiable, Graciela recuerda con exactitud, lo que recitó su personaje de Triburcia ( personaje de lavandera) en uno de los actos patrios en los que participó.
En sus años de escuela siempre la impulsaron a cantar y a participar en actos escolares. En una oportunidad se realizó un concurso escolar de canto con eliminatorias de distintas localidades, hasta que los finalistas fueron los de Villa Angela.
Villa Angela tenía como mayor exponente de la música al gran Luis Landriscina. Con un espíritu inquieto de niña, se presentó en ese certamen infantil entre escuelas, donde Landriscina había sido jurado. Ese día llegó a su casa llena de premios y regalos; donaciones de los comercios del lugar. Todo la sorprendió, pero no cantar, por que estaba acostumbrada a hacerlo.
Pasado un tiempo, cuando Graciela y su hermana estaban de vacaciones y jugaban en el patio de la casa; llega un auto con dos personas preguntando por sus padres, uno de ellos era Luis Landriscina; se acerca para proponerle a sus padres, que hija Graciela formara parte de ¨La Trasnochera¨, que era la peña de Landrisicina; allí, Graciela dejó de cantar a capella para cantar junto a una orquesta que se llamaba Los Chaqueñitos, de allí tomó varios elementos que la ayudaron a desempeñarse arriba de los escenarios. Luis Landriscina fue su padrino artístico y mentor, él fue quien le obsequió su primer guitarra, que sacó de una vitrina; guitarra que había pertenecido a uno de los cantantes del grupo
¨Los Cardenales¨.

Antes de venir a Tierra del Fuego, Graciela vivió en Palermo, provincia de Buenos Aires, en la casa de Dana Rosch tía de una gran musico argentino ¨Pocho¨ Rosch. Ella era la presidente de la casa de Corrientes, desde allí Graciela fue impulsada al ambiente artístico. Participó en un programa de radio donde compartió micrófono con Ramona Galarza. En Buenos Aires conoció a Víctor Hugo Fernández y Viviana Torrado, que ya eran artistas consagrados y reconocidos fuera de Río Grande. A través del contacto que tenía con Ramón Oviedo y la propuesta de que en Río Grande Graciela iba a tener grandes oportunidades, decide viajar al sur. Llega en un día típico de Río Grande, con muchísimo viento; con una pollera negra acampanada, tacos altos, cartera en un hombro y la guitarra del otro, así y todo, quiso descender por las escaleras del avión; al primer paso, la pollera le quedó de sombrero sin saber si soltar la guitarra o el bolso. Con apenas un puñado de gente, con calles de tierra y barro; la primera familia que la acoge es la familia Paoletti, también familia de músicos. En esos encuentros conoce a muchos músicos, Carlos Margalot; Norma y Coco del dúo Alla ite (allá lejos en guaraní). Domingo Montes, Leda y Norma Soto, Walter Buscemi, Julio ¨Mochi¨ Leite, Niní Bernardello, grandes pioneros del Arte fueguino; un recuerdo muy especial para Patricia Cajal y su esposo Mingo Gutiérrez.
Trabajó en la biblioteca Eduardo Schmidt, en varias escuelas, y muchos lugares donde dictaba clases de guitarra y canto. Siendo Graciela la primera profesora de guitarra. En sus clases también ha aprendido de sus estudiantes.
Toda su vida se dedicó a la enseñanza de la música, pero en soledad y en silencio ha dedicado gran arte de su vida a escribir literatura. Cuando escribía, después musicalizaba sus letras. También escribió canciones para niños. En Río Grande Graciela pudo sembrar su semilla, y ver a sus pequeños estudiantes consagrarse como grandes artistas.
Su último gran amor fue el teatro, Jorge, profesor del taller de teatro de la municipalidad de Río Grande, creyó en ella, y le dio la gran oportunidad de formar parte de una obra. El taller les dio a muchas personas el lugar para poder disfrutar de la actuación. Con el grupo de teatro pusieron en escena la obra ¨Desván¨, que se repitió varias veces a pedido del público. Describe al teatro como una maravilla que encierra todas las demás artes -podes jugar con lo que no sos y llegar a serlo-. Por cuestiones de salud gravísimas del profesor las clases dejaron de dictarse y se truncó un proyecto de obra de teatro que Graciela tenía junto a una compañera de llamada Cristina.
Representó con su literatura a Tierra del Fuego en; la Feria del Libro en la ciudad de Buenos Aires compartiendo un stand privilegiado, con obras como las de Niní Bernardello; junto al gran escritor Claudio García Satur. También su poesía y su canto lo llevó a Porvenir (Chile), Punta Arenas (Chile).
Participó como escritora en varias antologías en las provincias de Chaco, Buenos Aires y Tierra del Fuego. Le queda pendiente reeditar varias de sus obras que están escritas en varias antologías.
Tuvo una infancia feliz dentro de las limitaciones económicas, infancia que variaba entre la riqueza y la pobreza. Agradece a su madre por las noches de lectura y a su padre por los tangos. Le agradece a la vida, a Dios, y a Río Grande que le permitió crecer y transmitir a sus alumnos lo que la vida le enseñó a ella. Agradece al profesor Ramón Oviedo, por darle la posibilidad de entregar sus conocimientos en esta ciudad. Agradece a los amigos que la recibieron Norma Acosta y a esposo. Y un agradecimiento muy especial a todos los alumnos y sus familias que confiaron en ella.
Agradece a Tierra del Fuego que le abrió las puertas, aquí volvió a nacer.
Se siente muy orgullosa porque todos sus alumnos la han superado; porque los maestros deben ser generosos y darles las herramientas para poder volar.
