Neda Marinkovic
Una mujer que fue testigo del antes y después de Río Grande

Neda Nació en Porvenir, Chile. Cuando se celebraba el casamiento de su hermana mayor, conoce al que sería su esposo, Agustín Vidal, él era de Río Grande, pero por medio de una amiga había sido invitado al casamiento. Con Agustín tuvo un noviazgo a la distancia, porque los caminos por esos años eran de ripio y muy complicados para ir y venir de Porvenir a Río Grande. Después de un año y medio de novios, se casaron; corría el año 1960, Neda tenía 20 años. Casarse fue una manera de estar juntos y para siempre. Fue así como llegaron, ese mismo año, a Río Grande; para vivir en una casa que estaba en la zona de Punta María. Allí, el papá de Agustín tenía un almacén ¨Punta María, Hotel y Ramos Generales¨. Todos los que transitaban por la ruta N3, pasaban por allí; las estancias se abastecían del almacén, porque en Río Grande todavía no existían los supermercados: Punta María era un paso obligatorio.
Neda convivió con ese paisaje que se volvió parte de su vida cotidiana, podía ver como venían y desembarcaban los ¨luchos¨ (barcos de carga, que hacían la ruta hasta Tierra del Fuego) que traían mercadería desde la provincia de Buenos Aires. Su suegro también tenía un aserradero y las maderas también se mandaban por barco. El almacén de Punta María también tenía expendio de combustibles.
La vida en Punta María no fue fácil, como todavía no había gas, se calefaccionaban y cocinaban a leña, el agua la buscaban de un pozo, en invierno los vidrios se congelaban por dentro. Por las noches al acostarse, Neda planchaba la cama de los niños para que estuviera calentita. Para bañar a los tres hijos, debía romper hielo y calentarlo en la cocina de leña, ritual que comenzaba a las seis de la tarde, aunque fuera un sacrificio, a sus hijos los bañaban todos los días. El frío se hacía sentir.
Fue una vida sacrificada para criar a tres niños allí. Sus hijos hicieron su escolaridad primaria en la escuela N°4 del barrio CAP; para ir hasta allá usaban el camino que va desde cabo Peñas al destacamento policial.
Recuerda que vivió momentos tremendos durante el conflicto que existió entre Argentina y Chile en el año 1978, porque Neda tenía ciudadanía chilena; y tenía miedo por ella y por sus hijos que eran pequeños, porque se corría el rumor, de que, a los ciudadanos chilenos, se los podrían llevar a campos de concentración o de prisioneros. Neda se encontraba sola, y a cargo de un montón de personas. Su esposo Agustín, había fallecido en el año 1978 y el conflicto había iniciado el mismo mes -Uno se hace fuerte y no sabe de dónde saca el coraje- contaba Neda. En una oportunidad le revisaron hasta las bodegas para ver la mercadería que tenía, además debió colaborar con materiales, como vigas, postes y hacer un registro para entregar al comandante en jefe o quien estuviera a cargo, además de tener reservado un porcentaje del combustible que no se podía tocar ni vender, reservarlo en caso de que se necesitara para el conflicto. Un día como a las cinco de la mañana, Neda, observa en el horizonte con un largavista una flota de barcos con helicópteros a los costados; fue el día que intervino el Papa Juan Pablo II -recordarlo me pone piel de gallina-. Ese día se encontraba arriba del cabo Punta María, un soldado, que, al divisar en el horizonte, lo mismo que había visto Neda, fue motivo de alegría, brindis y abrazos entre los soldados que allí se encontraban.
El año 1978 fue para Neda un año tremendo porque además del conflicto argentino-chileno en septiembre fallece su esposo Agustín, quedando sola con sus hijos y el negocio. Sus hijos asistían al colegio secundario y cursaban en el Instituto Don Bosco; lunes y viernes permanecían en la ciudad y el fin de semana se quedaban en Punta María.
El almacén de Punta María, hotel y ramos generales permaneció abierto hasta el año 1983; porque una vez que empezaron a hacer la ruta y los primeros supermercados; como por ejemplo La Anónima, -no era negocio comprar mercadería para el almacén en Buenos Aires, cuando los vecinos de Río Grande compraban la mercadería en el supermercado, ya no se justificaba-.

Cuando cerró el almacén se vinieron a vivir a la ciudad en una casa que quedaba entre boulevard Perito Moreno y Av. 9 de julio. -¡¡La calle Perito Moreno era un barrial!!- recordaba Neda. La vida era muy distinta antes, por ejemplo, para festejar los cumpleaños no existían los salones de fiestas infantiles, ni los organizadores de eventos, los cumpleaños se festejaban en las casas. Cuando sus hijos festejaban sus cumpleaños, que eran en mayo, recuerda el barrial que se hacía en su casa.
Instalada en Río Grande. Neda emprendió otro negocio, en la galería que se llamaba ¨Galería Lapataia¨ (el topónimo Lapataia era la denominación otorgada por los yámanas en su propia lengua, y significa 'bahía del bosque' o 'bahía de la madera') que se encontraba entre las calles 9 de julio y Av. San Martín. Cuando se inaugura la galería, Neda tenía una tienda de regalos; su local daba a calle 9 de Julio, donde actualmente se encuentra la rotisería y panadería Tante Sara.
En la tienda Neda vendía todo importado: porcelana francesa, perfumes, pañuelos. Siempre había querido tener una tienda de regalaría. Su hermana, en Punta Arenas, Chile; en la zona franca tenía un negocio que se llamaba ¨Yoli Regalos¨; entonces Neda se asocia con su hermana para vender los productos en la galería. No resultó un negocio brillante. Después hizo un local sobre calle 9 de julio, donde vendía ropa nacional. También vendía pieles, que por esa época todavía se podían vender, además por la ley, convenía traerlas: y a quien le vendía las pieles recibía un reintegro por las ventas y Neda se quedaba con un porcentaje, la tienda se llamaba ¨Limporte¨.
Después de que pasaran 7 años de que fallece su esposo Agustín, Neda se vuelve a casar, con Bruno Maschera que lamentablemente un año y medio después muere de cáncer.
Cuando sus hijos terminaron el secundario fueron a seguir sus estudios universitarios a la ciudad de Buenos Aires. Neda se siente agradecida hasta donde pudieron llegar sus hijos, porque le tocó estar sola en la adolescencia de sus hijos, que es una parte difícil.
Del Río Grande de antes recuerda que las calles no estaban asfaltadas, todas eran de ripio y barro; estaba la tienda de Raful, el Cine Roca; al que iba todas las noches, vio un montón de películas, también recuerda que las películas se cortaban y que a las 00hs cortaban la luz.
Neda si tuviera que elegir entre el Río Grande ayer y el de hoy, se queda con el Río Grande de hoy por las comodidades, como el gas, la luz, porque de chica no tuvo nada de eso.
