Salma Raquel Líbano

Entre la docencia y el campo

Salma Raquel Líbano

Su papá era del Líbano y cuando llegó a la Argentina, como todo inmigrante, sin trabajo. Su mama era hija de libaneses, de jovencita estudiaba piano en el colegio de monjas y se dedicó a cuidar a sus hermanos menores. Se conocieron, se enamoraron y se casaron.

Su infancia transcurrió en Gualeguay, provincia de Entre Ríos, recuerda que vivía en una casa muy grande y que tuvo una infancia feliz. Su padre tenía un comercio, pero además tenían una huerta y una quinta con todos los árboles frutales que se puede imaginar. De niña soñaba ser dentista, pero en esa época que la enviaran a estudiar y vivir en un pensionado y siendo mujer no era una idea pensada por sus padres. Durante su educación primaria, transcurriendo 4to grado quiso dejar de estudiar porque se había cambiado de escuela y le costó adaptarse, fueron sus hermanos mayores quienes le insistieron para que no abandonara. Terminó el secundario y se recibió de maestra en el año 1953.

Por las ideas de su padre de que las hijas mujeres no tenían que ganarse la vida fuera de la casa no ejerció la docencia. Fue así como ayudo a su padre en el comercio que tenía.

Conoció a su esposo Miguel Raful a través de un tío de ella; ellos se conocían desde el Líbano. Miguel pasaba tiempo en Buenos Aires y en Río Grande. Acá estaba la casa Raful que era del tío de Miguel. Ellos fueron Pioneros con su negocio ¨Casa Raful¨: tenían de todo, era agencia Ford, representante de los luchos y barcos, venta de lanas y cueros. Todo pasaba por la casa Raful. Fue un comercio muy importante.

Cuando se pusieron de novios Salma ya sabía que iban a vivir en Río Grande; cuanta que lo único que conocía de Río Grande lo conocía por lo que había estudiado en la escuela: sabía que había frutillas silvestres. Cuando llegó a la isla después de casada recuerda que la aerostación era un ¨ranchito¨ a dos aguas, recuerda el viento, las piedras, el barro. Cuando llegó a la casa, la casa Raful era una casa hermosa, tenía cortinas de terciopelo, unas arañas hermosas; la casa tenía calefacción central.

Salma se casó con Miguel en septiembre de 1960. Y en octubre de ese mismo año llegó a la isla. Pocas eran las escuelas que había en Río Grande por aquel año: Ceferino Namuncurá actualmente el colegio Don Bosco, el colegio María Auxiliadora de las hermanas y la Misión Salesiana.

Cuando el sacerdote Astolfo se enteró de que había llegado una maestra fue a buscarla, porque había pocas maestras. También fue a buscarla la directora de la escuela N 2, la señora de Solano. ¡Los dos fueron a buscarla! Salma le dijo sí al padre Astolfo. Además, el colegio Ceferino Namuncurá le quedaba cerca ya que vivía entre las calles 9 de julio y Perito Moreno.

La señora Olga Pinos Cugat era maestra del Colegio Ceferino Namuncurá y como estaba por tener familia solicitó licencia por maternidad, entonces le fueron a preguntar a Salma si estaba dispuesta en hacer ese reemplazo. -Estaba feliz- dice. Lo primero que hizo fue preguntarle a su esposo si podía trabajar y él le dijo “que necesidad no tenía, pero si quería que dijera que si¨. Entonces empezó a dar clase como suplente de Olga y ahí estuvo hasta fin de año. Fue así como a fines del año 1960 fue maestra de 1ro y 2do grado de la primaria. Recuerda que tuvo de colega al padre Zink, a Tita Romero, pero no recuerda si era maestra o era ayudante.

Tuvo un montón de alumnos y muchas anécdotas una que recuerda es que ese invierno había nevado un montón y tenía miedo a caerse en la nieve y entonces sus alumnos la acompañaban hasta la casa cuando salían del colegio, era muy gracioso, repite Salma con una sonrisa. Mingo Gutiérrez fue su alumno. En aquella época el colegio era solo de varones.

Una tarde el padre Astolfo convocó a los docentes a una reunión y les dijo: no tenemos secundario en este colegio, ¿ustedes podrían ayudar o colaborar a armar el colegio secundario? A lo que todos respondieron que sí. ¡Todos encantados! Con 7 alumnos dieron inicio al colegio secundario, 3 alumnos eran del Batallón N 5. A Salma le propusieron preparar las clases de matemática y estaba muy encantada. Al año siguiente quedó embarazada y ya se le hacía imposible seguir, además ya habían empezado a llegar profesores y ella era maestra de grado; prefirió darles lugar a los profesores de secundario y demás profesionales que también daban clases en aquellas épocas. Fue así como dejó el secundario y siguió con la primaria en el Ceferino Namuncurá, solo unos meses más porque a la señora de Solano que era la directora de la escuela N 2 le propuso dejar el Colegio Ceferino Namuncurá. Fua así que empezó a trabajar en la escuela N 2 hasta el día que se jubiló. Pasó por todos los grados; cada año le daban un grado diferente. Estuvo a cargo de la dirección, pero trabajar con papeles y con planillas no era lo que más le gustaba; a Salma le gustaba el grado. Fue así como le dijo a la directora: ¨voy a terminar el año, pero el año que viene quiero volver a integrarme a mi grado, a cualquiera que me toque¨ recuerda Salma. Y así fue como volvió al aula junto a sus alumnos.

¨Vivía con miedo por el viento, siempre tuve ese temor¨. Cuando Salma tenía a su bebé de apenas dos meses, la madrugada del 2 de diciembre de 1961 les golpean la ventana y un señor de apellido Menéndez les dice: Don Raful hay un incendio en el hotel de la esquina. ¿Pero hay peligro? Preguntó Salma; el señor Menéndez le responde: miré señora cuando hay incendio corre riesgo toda la manzana. Miguel, su marido fue a buscar gente del Batallón. En esa época no había bomberos, además, no había agua, ni una gota. Así fue como vieron cómo se quemó todo, fue desesperante dice Salma. Recuerda que había habitaciones enteras, una habitación toda de chocolates, otra todo un salón de telas importadas. Luego del incendio se anoticiaron que el administrador no había enviado el cheque del seguro, y que además estaba vencido. La casa Raful ya era un local antiguo en el ‘60, fue uno de los primeros comercios en la ciudad de Río Grande, como no había hoteles la gente de las estancias se hospedaba en la casa.

Cuando se quemó la casa los fue a buscar Olga Pinos Cugat, casada con el señor Canga. Fue así como Salma y su marido se quedaron una semana en la casa de ellos, que estaba al lado del supermercado La Anónima en la esquina de Belgrano y Perito Moreno. También estuvieron una semana en la casa de la familia Trejo. Después los fue a buscar una familia muy solidaria, Don Esteban Antunovich de estancia Buenos Aires. Allí estuvieron un tiempo. Hasta que después alquilaron una casa de Don Vukasovic en la calle Thorne. Se acuerda que para ir a la escuela tenía que ir con botas de goma por el barrial y cambiarse en la escuela para estar presentable con zapatos de taco alto. Después su esposo Miguel empezó a hacer la casa en la calle Perito Moreno dónde está ahora tarjeta Automática.

Cuando se quemó la casa Raful tuvieron que empezar desde abajo, ya que no eran los dueños, es por eso por lo que en algún momento se plantearon ir a vivir al Líbano o a Canadá donde también tenían familia que podría recibirlos. Pero el matrimonio decidió empezar de nuevo en Río Grande.

Empezaron con un local donde ahora está tarjeta Automática. Luego alquilaron una chacra. Desde esa época las estancias los ayudaron, les compraban hacienda, 1000 capones, por ejemplo, para la chacra. Era una especie de carnicería y mercado ya que no había matadero municipal. Su marido Miguel Raful se levantaba a las 5 de la mañana todos los días y se iba a buscar la carne a la chacra. Así empezaron a trabajar de poco apoco. Allí entregaban crédito a los clientes en una boleta, y a fin de mes les pagaban y si no podían pagar todo pagaban una parte y el resto para el mes siguiente.

Después compraron la estancia que vendía el señor Fernando Romero, compraron hacienda y faenaban. Traían para la carnicería, fua así que compraron ovejas viejas y algunos carneros, ese año el 100% de cordero tuvieron, situación que no se da habitualmente. Esa vez fue un invierno bueno. Después siguieron con el comercio un tiempo, pero ya veían qué comercio y estancia juntos era mucho. Entonces alquilaron la carnicería para dedicarse a la vida y al trabajo de la estancia. Fue vivir entre el campo y ser maestra.

Cuando empezaron con el campo su esposo le decía: ¨vieja vos tenés que estar, porque cuando yo no este quién se va a hacer cargo¨. Le decía eso por si él algún día tuviera que viajar.

Cuando su hija terminó el secundario e iniciaba la vida universitaria; y por las ideas libanesas de que los hijos no pueden estar solos; Salma pidió el traslado provisorio a Buenos Aires, eso fue por el año 1980. Recuerda a los padres que lloraban cuando les dijo que se iba a Buenos Aires, y que dejaba la escuela 2.

En Buenos Aires empezó a trabajar en el Distrito 2, que quedaba en Av. Rivadavia como al 7000 y allí se encontró con varias maestras que estaban de traslado también. Conformó un grupo muy lindo de trabajo. Pero nada tenía que ver con dar clase y la docencia. Luego se fue a trabajar dónde está el Concejo Deliberante sobre calle Perú en pleno centro, a una cuadra del subte. Como no podía con su genio se inscribió como maestra de escuela de adultos. Fue así como le fue asignada una escuela que estaba en la Boca, a media cuadra de la cancha. El horario era de 18:00 a 20:00 horas. En esa época era una época muy tranquila; había seguridad y se podía viajar tranquilo, para ir a dar clases se tomaba el colectivo 86. Aunque seguía con su trabajo en el centro, a la tarde iba a dar clase a los adultos.

Recuerda que tuvo de alumna a la mamá de Guillermo Cóppola. La señora excelentísima-recuerda- aunque sabía leer y escribir, asistía a clases porque quería aprender a redactar y a escribir cosas distintas. Ya llegando a fin del año escolar, la mamá de Cóppola le dice que su hijo Guillermo quería conocerla ya que le había hablado muy bien de su maestra Salma. Así que Guillermo Cóppola, su pareja de ese momento; la señora Yuyito González y la mamá de Cóppola llegaron con una cantidad de cosas de la confitería ¨Los dos chinos¨, además para cada alumno y alumna les llevaron un regalo.

Luego de varios años llegó el momento en que tenía que volver a Río Grande, además ya estaba a tiempo de jubilarse. Fue así como llegó a Río Grande y la jubilación le salió rapidísimo.

El rol de la mujer en el campo no es difícil, la gente del campo es muy especial y respetuosa, pero si hay que tener todo pensado, para que no se pierda el tiempo y se trabaje como corresponde. Se define como mujer de campo, le gusta mucho, antes realizaba las tareas a caballo ahora las hace en cuatriciclo. Gracias también a la ayuda de su hija y su hijo.

Un mensaje que le daría a las mujeres de Río Grande: ¨Si tienen que trabajar, que lo hagan con ganas, sin ganas no se consigue nada. En nuestra época, empezábamos de abajo porque no teníamos ayuda, antes todo era a base de sacrificio; de pasar frío¨.

Salma es una gran trabajadora y muy conforme con todo lo que hizo a lo largo de su vida. A Río Grande está muy agradecida. Llegó con tan solo 24 años y puede decir que esta es su ciudad. Agradecida a todos los que han sido sus clientes y a toda la gente que la ha acompañado en sus diferentes proyectos.