Rosario Díaz López

De sangre gallega y de corazón, fueguina

Rosario nació el 14 de febrero de 1944 en Ventorrillo, localidad del municipio de Pesquera, en la provincia de Cantabria (España) su familia estaba formada por su papá, su mamá y su hermano menor. Su padre, Saturnino Díaz Alonso, él no era de Pesquera, su madre Manuela López Cuevas sí; su padre había nacido en Reynosa y era tornero, de joven trabajó en una fábrica en el pueblo de Reynosa que se llamaba ¨La Naval¨ ( ubicada en una zona de minería y hierro, como toda zona norte de España) después de la guerra se casó con la mamá de Rosario y se van a vivir al pueblo de Ventorrillo; allí criaban cabras que ordeñaban y hacían quesos, con este modo de economía sobrevivían, ya que vivieron la guerra que empezó en el año 1936 y que terminó en el año 1940, también la guerra mundial, del 1940 al 1945, y la post guerra; después con Franco al poder -si la cosa estaba mala, después se puso peor-. Fueron una familia muy pobre, no por la guerra sino por herencia. Tiene en su recuerdo la imagen de su abuela, la recuerda una mujer muy viejita, que usaba siempre un pañuelo negro en la cabeza. Su casa, que estaba ubicada más allá de un puente que estaba hecho de piedra, por donde pasaba el ferrocarril; allí vivió muy poco tiempo, hasta sus cuatro o cinco años; la casa tenía una planta baja, donde estaban las cabras, era como un corral; la casa era muy oscura -recuerda perfectamente Rosario-. Cuando su padre viaja a América, como todo inmigrante buscando una mejor vida; vendieron las cabras y todo lo que tenían para comprar el pasaje, por eso se mudaron a una casa del otro lado del pueblo, casa que era de su abuela; allí vivía su tío Jesús. No tenían agua corriente, no había baño, cocinaban con leña y el agua la iban a buscar con baldes al río Besaya, río que les quedaba como a una cuadra de distancia. Tenían vacas y cabras. La casa era alta, en el primer piso estaban las camas. Tiene el recuerdo de una cómoda muy grande que tenía la imagen de San Antonio tallado en madera. Rosario desde su cama veía esa imagen, no es fanática religiosa, pero si tiene su favorito: San Antonio.

En Pesquera había una escuela, era un edificio de piedra, tenía dos aulas: un aula para mujeres y otra para los varones. En el aula para mujeres estaban todas las estudiantes de distintas edades juntas con una maestra, y el aula de los varones con su maestro (apodado la tripa verde). Los recreos los hacían en la calle, y Rosario con sus compañeras en ocasiones, se iban más lejos de lo permitido y las tenían que ir a buscar. Cuando volvían las maestras las castigan en las manos con una regla. El castigo formaba parte de la enseñaba que impartían las maestras de esa época. A la escuela iba caminando con dos palos, por que a la vuelta juntaba maderas leña para su casa. De calzado usaba albarcas (suecos de madera) se usaban todas las temporadas, pero eran más utilizadas en invierno, usaba un pullover que se remendaba y se remendaba, pollera o vestido. Cuando su madre tenía tiempo, les cosía ropa con la máquina de coser (máquina que aún conserva). Rosario aprendió a coser a sus ocho años y a los diez ya se hacía sus propios vestidos. Siempre fueron pobres, Rosario lo supo siempre -siempre fui pobre y me pereció un hijoputada, yo fui grande siempre, por que los pobres ya nacen grandes-.

Cuando su padre se fue, se quedaron sin nada, por eso su madre, iba hasta la carretera que une Santander hasta Reynosa, por que por allí pasaban las camionetas con pescado para vender; su madre una noche detiene una camioneta y le pide una caja de pescado, y con la caja atada a la cabeza con un pañuelo se fue a vender el pescado, después como le fue bien con las ventas, pudo comprar una carretilla y después comprar una burra, que bautizaron con el nombre de Pánfila; Rosario se levantaba temprano para ayudar a cargar la burra. También vendían cajas de uvas y cerezas; fueron pobres, pero jamás sufrieron hambre. Tuvieron una vaca, de ahí obtenían la leche. Rosario y su familia vivieron el racionamiento de comida: un pan por cada integrante de la familia, un paquete de azúcar, una barra de chocolate, una botella de aceite al mes; España de la post guerra. No había dinero, pero tampoco había qué comprar.

Como no existía colegio secundario, cursó libre 1ero y 2do año, se preparaba en las materias y se presentaba a rendir en una escuela de un pueblo cercano, que se llamaba Torre de la Vega, que quedaba a 30 kilómetros aproximadamente. Rosario fue becada a un colegio de monjas en la ciudad de Palencia, allí cursó como internada, era un colegio hermoso, pero Rosario sufría estar lejos de su madre y de su hermano. Recuerda que en la escuela le daban leche que en la lata la inscripción era de Argentina y que la enviaba Perón, por eso se hizo peronista -dice-. Siempre, esperando a que su padre los mandara a buscar, nueve años esperaron. Hasta que un día, alguien se presentó en el colegio para comunicarle a Rosario que volviera al pueblo porque se iban a América, pero no se fueron por que el padre envió los pasajes, sino por que existió una ley de recomposición de familias de la iglesia. Rosario tenía 14 años cuando llegó en barco a América; el barco se llamaba Monte Udala, eran barcos que pertenecían a la empresa Aznar de la ciudad de Bilbao, que eran, medio barco de carga y medio barco para pasajeros. De equipaje solo trajeron un baúl, con parte de las pocas cosas que tenían. El encuentro con su padre en el puerto fue muy triste, ya que se reencontraron con un padre que había envejecido; él vivía en el colegio Cardenal Copello, allí también vivió y trabajó su mamá, ella cocinaba y limpiaba. Rosario, sin embargo, fue llevada por su padre a un departamento que estaba entre las calles Sarmiento y Paso. Allí vivía un amigo del padre que tenía otros hijos, estuvo un tiempo. Su madre después hizo todo lo posible para que Rosario volviera con ella a Devoto. Fue así como, por medio de una amiga de la madre, que vivía al lado del colegio Copello, alquiló un sillón en el living de la casa. Rosario, vivió poco tiempo ahí, fue hasta que conoció a Nelly, hermana de un amigo del hermano de Rosario; Nelly iba a la escuela Nuestra Señora de la Misericordia en Devoto, escuela de monjas. Rosario aun no asistía a ninguna escuela secundaria, hasta que su mamá fue a hablar con el director del Colegio Copello para que Rosario pudiera asistir al mismo colegio que Nelly. Así que dormía a veces en el colegio, otras veces en la casa de Nelly. Hasta que conoce a una señora que había enviudado, esta invita a Rosario a vivir con ella, Rosario chocha de la vida. Pero finalmente acepta la invitación de las monjas para que viviera en el colegio, aunque no fuera colegio de pupilas. Terminó el secundario con un promedio de 9,75, mejor promedio de todo el magisterio, formando parte del cuadro de honor. Agradecida que siempre se encontró con gente de primera, sobre todos los argentinos -son muy buena gente, igual que acá, en Río Grande -.

En Buenos Aires trabajó solo para vender rifas para el viaje de fin del secundario. Rosario en el año 1963 se recibió de docente y fue con mucho amor por la docencia, no fue por vocación, sino por el amor a la carrera, y amor a esas docentes que le enseñaron tan bien.

Un día llega al colegio de monjas, una carta desde Tierra del Fuego pidiendo maestras activistas parroquiales, Rosario además de hacer curso de catequista, había trabajado en la villa en Lugano. Convencida de emprender otro nuevo desafío, dijo que sí. Eso había ocurrido un jueves, el sábado siguiente ya estaba viajando a Río Grande. Viajó junto a Tedy Morgan, que vivía en Bernal y a él también le había llegado la carta. Recuerda que la pista era de tierra y el aeropuerto era apenas una casilla, esto fue en el año 1964. Nadie los fue a recibir, así que se tomaron un colectivo que los dejó en la plaza, preguntando llegaron al colegio Don Bosco, donde los recibió el padre Forgacs, físicamente era chiquito y gordito. Después se enteró, que sí los habían ido a buscar, había ido un grupo de mujeres Vicentinas, entre ellas quien después fuera su suegra. La primera impresión de Río Grande fue que le gustó, por que le recordaba a su pueblo allá en España. Rosario se identifica de pueblo, y no de ciudad. Sus primeros alumnos en el Colegio Don Bosco fueron los chicos de apellido Dobronic, Fuentealba. Se desempeñó como maestra y después la convocaron para el secundario para dar la materia geografía. Rosario tenía 19 años. Marcuzzi, Videla fueron algunos de sus colegas en el colegio. Como Rosario fue una de las maestras que vinieron de Buenos Aires, y era muy jovencita, no le alquilaron una casa, la ubicaron en una de las casas de las Mujeres Vicentinas. El sueldo por haber trabajado lo cobró recién a fin de año.

A Esteban ¨Chiquito¨ Martínez, su esposo, lo conoció en septiembre del año 1964. Él trabaja en la empresa Tennessee, su trabajo era en el campo. El 12 de octubre se pusieron de novios. Cuando Rosario vuelve a Buenos Aires, le dijo a Chiquito: ¨o vuelvo para casarme o no vuelvo nada¨. Así que meses después volvió con el vestido de novia que se hizo ella misma (y aún conserva) con la tela comprada por Elena, mamá de Nelly; zapatos, tul y todos los accesorios en la valija. Rosario y Chiquito se casaron el 27 de marzo; a él, le ofreció su papá trabajar en su aserradero y Rosario como buena compañera dijo que sí; fue a lavar la ropa en el lago, a cocinar y calefaccionarse a leña y con el baño afuera. Allí nacieron sus primeros hijos, y cuando tuvieron que empezar la escuela, Rosario mandó a desarmar la casa que tenían en el campo y se mudaron a Río Grande, sobre calle Belgrano, donde hoy está la sedería, allí, rearmó su casa.

¨Es cuestión de que te pase la necesidad, y quien pasa la guerra, pasa cualquier cosa¨.

A Rosario siempre le gustó el comercio, de niña vendía sardinas en su pueblo. En cada viaje que hacia a Buenos Aires traía a Río Grande, ropa para vender; cargaba sus bolsos y salía a vender por diferentes lugares. También cosía para ella y su familia. Después empezó a coser a mujeres que compraban ropa en la tienda ¨El Tío¨, entonces la tía Margarita le decía a Rosario - ¿no le haces el ruedo a este pantalón? - así empezó a coser y a hacer arreglos, y tuvo muchas clientas. Trabajar con la máquina de coser no es cualquier trabajo. - ¡Siempre fui muy luchadora, deprimirme no, emputecerme si! –. Las primeras telas las trajo de Santiago de Chile, de muy buena calidad y mas baratas. Y así fue como empezó dar origen a Sedería Rosario. Alquiló varios locales, incluso puso el negocio en su garage.

Cuando fue la guerra de Malvinas, la mamá de Rosario, que había comprado un departamento en Buenos Aires, había sugerido que se mudaran allá. Pero Rosario, que ya había pasado tantas, dijo -que suceda lo que tenga que suceder y si se pudre todo que se pudra-. Cuando todos mandaban a sus esposas y familia al norte Rosario dijo de acá no me muevo.

Al irse sus hijos a estudiar, Rosario se fue con ellos, y por curiosidad, empezó a estudiar la carrera de consultoría psicológica, por que siempre le interesó la psicología, y además pensaba quedarse los primeros tres meses, hasta que sus hijos se encaminaran cada uno en su carrera universitaria; y si no le gustaba, la dejaba; total no perdía nada -pensaba Rosario-. Pasados los tres meses llegaron los exámenes, y le fue muy bien, tanto que se decidió a terminar su carrera recibiéndose y obteniendo un título de nivel terciario, con aval del Ministerio de Educación.

Después descubrió que podía entrelazar su consultoría con la terapia de Flores de Bach. Entonces hizo todos los cursos de flores: de Bach, de California y de Bush. Tiene alrededor de mas de mil frascos y aun sigue preparando.

Nunca tuvo tentaciones para estar en política, y si alguien alguna vez le insinuaron una propuesta ella respondía -vengan a mi cocina, tengo una familia, somos siete, alguien tiene que estar en la casa-.

Se siente orgullosa de sus hijos, los adora, son honestos y honestos en sus profesiones, considera que son buena gente, porque así los criaron, está orgullosa de cada uno de ellos.

A las mujeres de las nuevas generaciones les diría que no se dejen basurear; si les pagan para planchar, planchen; si ustedes se levantan que sus parejas también se levanten; las mujeres de las nuevas generaciones trabajan todas, por que tienen el derecho, como así también si quieren tener o no hijos, cada una debe poder elegir como quieren vivir. También les diría que, si tienen hijos, y familia; tiene además una responsabilidad. Y que las mujeres no son la mitad de nada, ni de naranjas ni manzanas, son un todo completo.

A Río Grande le diría que le gusta el Río Grande de hoy, que progresa, quiere mas escuelas y universidades, para que los chicos no se tengan que ir. Y le agradece todo lo que Río Grande le dio y da.

Se considera una persona común y silvestre y porque ha pasado por un montón de cosas, nada que le puedan decir le puede parecer extraño; después de haber pasado tanto, y la experiencia te marca para toda la vida, de alguna u otra manera.