Victoria Mallemaci
Empresaria y Pionera del Automovilismo Fueguino

Nació el 15 de octubre de 1939 en Punta Alta, Buenos Aires. En 1962, junto a su esposo Nestor Nogar —miembro de las Fuerzas Armadas— se trasladó a Ushuaia y, posteriormente, en 1964 se estableció en Río Grande, Tierra del Fuego, donde forjó una vida llena de logros en el ámbito empresarial, social y deportivo.
Corría el mes de febrero de 1962 cuando, con tan solo once meses de casados, decidieron dejar Buenos Aires y comenzar una nueva vida en el sur del país. Su primer destino fue Ushuaia, donde vivieron durante dos años, hasta que finalmente se establecieron en Río Grande, ciudad que con el tiempo se convertiría en su lugar en el mundo.
Su esposo, miembro de las Fuerzas Armadas, fue destinado inicialmente a Ushuaia. En ese período nació su primer hijo, Omar. Los otros dos hijos, Jorge y Alejandro, llegaron después, ya instalados en Río Grande.
Con espíritu emprendedor, la familia decidió abrir su propio comercio, "Montecarlo", frente a la plaza principal de la ciudad de Río Grande, que se convirtió en un ícono local durante sus 52 años de actividad. Victoria lo gestionó con dedicación, mientras criaba a sus tres hijos: Omar, Jorge y Alejandro. Su esposo, tras unirse al negocio, fue luego convocado para trabajar en la Intendencia, lo que permitió a Victoria equilibrar su rol de madre, comerciante y posteriormente, líder deportiva. En sus comienzos, el local era modesto, pero con esfuerzo, dedicación y visión, el emprendimiento fue dando sus frutos. Estuvo abierto durante 52 años, convirtiéndose en un ícono de la comunidad.
Recuerda con nostalgia cómo en aquellos tiempos desde su local se podía ver todo lo que ocurría alrededor. Con solo ver pasar un auto, ya sabían quién andaba cerca. Ella misma se hizo cargo del negocio desde su apertura, en febrero de 1967, hasta mayo de ese mismo año, cuando su esposo dejó su trabajo anterior para sumarse al proyecto familiar. Dos años después, en 1969, a él lo convocaron para desempeñarse en la Intendencia de Río Grande.
Rememora con especial cariño a su primera clienta, quien el primer día de apertura compró muchisimas cosas del local cosa que los sorprendió gratamente y marcó el comienzo de una etapa inolvidable.
Uno de los eventos más significativos que vivieron como familia y comerciantes fue el del Cincuentenario de la ciudad, celebrado durante once días de intensos festejos. La fiesta nocturna tenía lugar en la confitería del aeropuerto, donde se reunían familias enteras para disfrutar de juegos, música y encuentros entrañables.
Su vida siempre estuvo vinculada al ámbito empresarial, pero también encontró un espacio de protagonismo en el mundo del deporte motor. Fue fundadora y primera presidenta de la comisión "Mujeres Fueguinas", un grupo pionero que organizaba carreras de mujeres, impulsando la participación femenina en un ámbito hasta entonces predominantemente masculino. La primera competencia fue organizada por la Municipalidad en el ejido urbano, y desde entonces, se enamoró del volante.
Entre las mujeres que la acompañaron en este recorrido figuran nombres como Elena Mingorance, Carmen Valencia, Sonia y Miriam Álamo, María Angélica Pechar, Sonia Menéndez, Titi Martínez, Rosa Pinto de Degratti, entre muchas otras. Todas vecinas, amigas, unidas por una misma pasión.
En aquellas carreras, todo era gestionado por mujeres: desde las banderilleras, que eran alumnas de escuelas secundarias, hasta las cronometristas y la organización del evento completo. Fue una época dorada, de compañerismo y sueños cumplidos.
En 1974 comenzó a participar en el Gran Premio de la Hermandad, y en 1977 corrió junto a su compañera Delmira Vera. Nadie creía que lograrían completar el recorrido, ya que enfrentaron caminos en pésimas condiciones y prejuicios por su condición de mujeres. Sin embargo, no solo lo lograron, sino que llegaron al podio, obteniendo el tercer lugar entre 22 coches de la categoría. Estuvieron a pocos minutos de las dos primeras posiciones, demostrando que no había que subestimarlas.
Participó en 11 carreras, tanto en el autódromo como en el circuito urbano. Su amor por los fierros nació en la infancia: se crió en el taller mecánico de su padre, vendiendo repuestos desde el mostrador. Sus hermanos y hermanas también comparten esa pasión, al igual que su esposo, quien fue el primero en correr el Gran Premio de la Hermandad. Ella lo hizo después, y sus tres hijos también, todos como pilotos. Incluso su nieto ha continuado con la tradición, haciendo del automovilismo una verdadera herencia familiar.
Una de las anécdotas más emotivas es la vez que, estando embarazada de dos meses de Alejandro, corrió una carrera y ganó. Siempre dicen en casa que ese trofeo fue compartido.

Con emoción, recuerda también la visita de Juan Manuel Fangio a Río Grande. Justo coincidió con una carrera femenina, y él fue el encargado de entregar una placa a la ganadora. Fue ella quien ganó aquel día, y guarda ese momento con inmenso orgullo.
Gracias a su carácter y determinación, siempre logró acompañar a su esposo en sus responsabilidades públicas. Recibió a embajadoras y esposas de embajadores, representando a Río Grande con cordialidad y compromiso. Durante el día, sin embargo, no dejaba de atender su negocio ni de cuidar a su familia.
Su primer hogar en Río Grande estaba ubicado donde hoy se encuentra el hospital. Más tarde, construyeron su casa detrás del local Montecarlo. Recuerda con cariño a la familia China Senkovic y cómo los domingos solían reunirse en el Club Social. Aunque la vida social también se desarrollaba mucho en los hogares, los lazos que forjaron entonces perduran hasta hoy, con amistades que superan los 50 años.
No podemos dejar pasar por alto otro trabajo en el que se desempeñó Victoria; como encargada general, desde el año 2005 hasta el 30 de noviembre del 2023, en la estación de servicio, dondo experimentó la diferencia entre ese trabajo y otros en los que se desempeñó, afirmando que ser encargada fue un trabajo que le gustó mucho.
Los lugares de esparcimiento eran pocos pero muy significativos: la confitería Barbarella, el cine Roca, y el bowling de los Yaganes. Entre los recuerdos importantes de la ciudad, menciona la llegada del primer Boeing al aeropuerto, en septiembre de 1971, lo que permitió una mejor conexión con el resto del país y con la llegada de los diarios locales.
El Municipio de Río Grande, Tierra del Fuego, reconoció a Victoria Mallemaci como "Mujer Destacada de la Ciudad" mediante un decreto municipal en el año 1999. Este homenaje se enmarcó en la celebración del Día Internacional de la Mujer, destacando su labor pionera en el automovilismo local; destacandose que ¨Victoria Mallemaci, fue una figura clave en la creación de la institución "Mujeres Fulgulinas" en 1971, la cual promovió el automovilismo exclusivamente para mujeres en una época dominada por hombres. Como presidenta de la Comisión Directiva, organizó en 1972 la primera carrera íntegramente gestionada por mujeres en el autódromo local. El decreto municipal resaltó su temple, sagacidad y contribución al deporte, consolidando su legado como una de las pioneras más influyentes de la comunidad. El documento fue firmado por el intendente y ordenó su registro, publicación y archivo para perpetuar su reconocimiento.
Los conflictos, como el de Chile y las Islas Malvinas, los vivieron con angustia. La cercanía geográfica generaba temor, pero también orgullo. Sus hijos fueron patriotas: Omar, que estaba en Buenos Aires, y otro de sus hijos que se ofreció como voluntario. Aunque sintió miedo, también sintió honor.
Hoy afirma, sin titubeos, que no le queda nada pendiente. Viajó, pintó, cumplió sus sueños. Ahora se dedica a acompañar y aconsejar a sus hijos y a disfrutar de sus nietos. Se siente orgullosa de la familia que ha formado: personas de buen corazón y principios, que le han demostrado su calidad humana.
A las mujeres les diría que todo es posible. Que cuando hay voluntad, se puede salir adelante y ser feliz. Que tomen la vida con calma, que los sueños se pueden cumplir. Solo hay que animarse.
A Río Grande le diría que siga proyectando, que tener sueños y metas mantiene viva la esperanza de seguir creciendo. Está profundamente agradecida con la ciudad, por todo lo que les permitió sembrar y cosechar. Ademas que Río Grande le dio mucho, pero también le sacó, recordando siemore a su hijo Jorge.
Si pudiera hablar con la joven que fue, le diría que confíe en el camino que eligió, que tomaría las mismas decisiones, y que en Tierra del Fuego encontrará todo lo necesario para construir una familia.
Se define a sí misma como una mujer feliz. Creció en una familia numerosa, con diez hermanos, un padre trabajador que les inculcó la cultura del esfuerzo, y una madre dedicada al hogar y con un talento excepcional para la cocina. Siempre le gustó el básquet, el deporte, el estudio.
No se arrepiente de nada. Cree firmemente que, si alguien siente que debe hacer algo, debe intentarlo, aunque se equivoque. Es mejor arriesgarse que lamentar no haberlo hecho.
